sábado, 28 de agosto de 2010

No-libertad

Todos los años al acabar el verano nos sentimos desgraciados porque ya acaba la libertad. Para mi este año es distinto. Anhelo tener la cabeza ocupada en otras cosas que no sean él. Casi es una necesidad volver a la rutina. Porque me duele todo lo que he podido descubrir con 24 horas libres día tras día. Me quería, me dejó, se fue con otra, me volvió a querer, dudó, se fue con otra y acabamos mal. Qué curioso, ahora que lo miro, es como otra rutina. Pero ésa no me gusta, me hace daño. Es como una no-libertad, porque es tenerla, pero no quererla, porque conlleva tenerle a él metido en mi cabeza. Así que lo único que pido es que estas semanas que me quedan de no-libertad pasen lo más rápido posible.

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