domingo, 25 de julio de 2010

Be happy.

Hay días en los que lo único que te apetece es quedarte en la cama, viendo algún programa patético en la tele, con un chocolate caliente, cerrar las persianas para que no entre ningún rayo de sol, esperando dormirte y olvidar lo que sea que te haya arruinado el día. Como odio esos días. Así que decido escribir sobre los otros. Sí, los otros. Esos en los que sales con tus amigos, esos en los que te ríes hasta que te duele la barriga. En los que la tarde se te hace demasiado corta y lo último que quieres es volver a casa. Esos en los que escuchas música y te pones a bailar por la calle o por tu habitación y que si alguien te viera de repente tus mejillas tendrían un curioso color rojo. En los que te da igual que haga frío o calor, que llueva o salga el sol. Esos en los que no se te borra la sonrisa. En los que te mandan a recoger tu habitación y en vez de poner mala cara vas, pones la música a todo volumen y empiezas como si fuera lo más divertido del mundo. Esos días en los que quieres conocer lugares nuevos, así que en vez de ir a la heladería de siempre te metes por calles hasta encontrar algo. En los que saltas en vez de caminar, te ríes en vez de hablar. Esos que te hacen hacer boberías y que tus amigos piensen que estás loca. Esos días en los que saludas a todo el mundo, que vas en el coche haciendo caras a los de al lado. En los que te sacas fotos con las que tus amigos después van a poder chantajearte... dios mio, ¡vaya caras! Y al final de la tarde, cuando todo ha pasado, piensas... ojalá mañana también sea así. La felicidad puede ser corta, pero lo que importa es la intensidad con la que la vives.


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